domingo, 11 de febrero de 2018

Legados



Escucho los buenos solos de Joshua Redman, arropado por un buen cuarteto. Fantástico.
He estado unos días en cama algo gripado. Hoy, ya mejor, luce el sol en la ventana de mi estudio. Me siento como renacido. Feliz miro las paredes que me dan cobijo; son heredadas. No me refiero a que esta casa me haya sido trasferida en herencia; disfruto, aunque me cueste mi dinero en concepto de alquiler, de un bien que alguien que ya murió mandó construir. Lo hizo para su disfrute. Ahora que él ya no está, yo vivo aquí; y cuando yo me vaya de esta vivienda, otros la ocuparan. Este hombre dejo un legado al resto. No solo él; quienes participaron en su construcción también participaron de este legado. De su actividad para ganarse la vida surgió esta casa para generaciones venideras. Intuyo que, como esta casa tiene más de cuarenta años, habrá algunas personas que participaron en su levantamiento que ya no estarán, o estarán en el filo de ya no estar.
Alzo mi simbólica copa y brindo por todos ellos. Y por todas las huellas anónimas que todos dejamos.
¿He dicho bien? ¿Todos?
Sí… pero por algunos mejor no brindar demasiado.
Ahora se fragmenta mi cerebro, quizá por una frase de Joshua que me ha puesto los pelos de punta y me ha hecho adorar su legado…
Visualizo una balanza dibujada en mi imaginación. En un plato de la balanza irían aquellas personas cuyo legado merece un brindis; en el otro aquellas que no lo merecen, dejando claro que, por poco que sea, todos legamos algo.
Por otra parte, otro grupo de neuronas elucubra acerca del poco valor que se suele dar (aunque nos resulten cosas fundamentales, como esta casa) a los legados más sencillos o sin resonancia; Hablamos del legado de artistas, intelectuales, filósofos, políticos (mal que me pese), etc. Pero muy poco de quien, por ejemplo, dejó su tierra y sus aperos tras habernos alimentado durante décadas.
¿Se podría decir que las acciones realizadas por cualquier persona en una vida corriente siempre tienden a ser constructivas de cara al legado que dejan al resto?
En mi opinión la respuesta es no.
Ahora una frase del bueno de Meldhau con su piano me dice que explique esto. Y otro grupo de mis neuronas se atrinchera diciendo que la tendencia mayoritaria es a pasar la vida ganándosela de una manera honrada y que eso debería ser constructivo siempre…
Vale… Bien… Dejemos aparte aquellos que no consiguen esto de ganarse la vida bien de manera honrada, en ocasiones por una cuestión de marginalidad congénita, y aquellos que encuentran más lujo y más facilidad usando otros métodos; dejemos también a un lado a aquellos que , por una cuestión de cuna, se encuentran en posición de obtener el rédito y la gran vida en función del trabajo de los demás.
Aún entre muchas de las personas que se ganan la vida de manera honrada ofreciendo algún tipo de servicio o bien material al resto, su legado resulta pernicioso.
Se acabó el buen disco de Redman.
Me viene a la cabeza la ingente cantidad de humanos que trabajan honradamente, de manera directa o indirecta, para cualquiera de las muchas grandes corporaciones que esquilman el planeta y explotan a tres cuartas partes de la humanidad con un nivel mucho mayor de esclavitud que el padecido en occidente…
O todos aquellos que trabajan para la industria armamentística, o generando conflictos bélicos para dar jugosas ganancias a esta actividad…
O los buitres financieros (y quienes prestan servicios a ellos) que busca, en base a la especulación, seguir enriqueciendo a los que más tienen empobreciendo al resto, por ende…
Y muchos más colectivos que enumerar…
Volviendo a la balanza, creo que el platillo de repulsa al legado caería por su peso hasta hundirse en las entrañas de la tierra, donde continuaría echando raíces.
Es hora de poner otra música…



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