Bostezos digitales.
Esta mañana, recién
levantado, bostezaba en la cocina, en pie, mirando fijamente la tostadora.
De esta guisa me
sorprendió mi hijo, que acudía a desayunar antes de marchar al instituto. Se
ríe y me dice con voz robótica: “Iniciando sistema”, locución que acompañó con
dos pitidos. Continuó: “Introduzca clave de acceso…”
Se preparó su desayuno y
se sentó a degustarlo con rapidez, mientras sus pulgares se agitaban sobre su
celular emulando un preciso baile de claqué. El sonido que reproducía el
dispositivo cada vez que pulsaba una virtual tecla, semejaba el taconeo de Fred
Astaire.
Yo seguía frente a la
tostadora imaginando mentalmente cómo preparar el bocadillo que él come a
diario en su pausa durante la jornada lectiva; qué contenido poner dentro del
pan. “Creo que debes actualizar mi sistema operativo”, le digo, “este Windows
64 está algo obsoleto”. Y para salir de mi sopor mañanero y comenzar a preparar
el bocata, decido encender la radio.
… el seguimiento digital
del mundo se está convirtiendo, con un crecimiento exponencial, en la
referencia más importante sobre la percepción de la realidad. La tendencia de
la información se fundamenta en microinfluencias, cambiadores de opinión
pública que estudian cómo influenciar a través de las redes sociales, con
intereses comerciales, políticos o de incrementos de popularidad.
Los “influencers” son trabajadores al servicio
de empresas, partidos políticos o particulares que desarrollan logaritmos para
distribuir estas microinfluencias a través de la red.
Hoy entrevistamos en
nuestro programa “Digital 5.0” a “Pompeyus”, un conocido youtuber cuya área de
influencia podemos considerar global…
Apago la radio.
Y comencé a abrir el pan;
echarle un chorrito de aceite de oliva dentro; el jamón y el queso, con mucha
parsimonia, como un dinosaurio que se despereza tras un largo sueño que ha
durado millones de años.
Mi hijo seguía haciendo
bailar sus pulgares sobre el teléfono. A veces se reía o hablaba solo. Cuando
su bocadillo estuvo preparado lo agarró, lo introdujo en su mochila y salió
raudo camino del instituto.
Volví a mi posición
inicial frente a la tostadora a ver si conseguía iniciar el sistema de una
puñetera vez.
Yo no he sido.
Me ha llegado un mensaje por el canal privado, remitido por una amiga, de las físicas, cuya amistad se remonta en el tiempo a la época de pangea, que sólo mostraba un emoticono de asombro😮 , éste, en concreto, y un enlace a un vídeo, supuestamente mío.
Lo primero que pensé es que en los sueños que no recuerdo (obviamente en los que recuerdo no me ocurre esto... desde hace muchos años, tras mi acné juvenil) llevo una frenética vida sexual muy depravada (tampoco eran así mis sueños de acné) y que había sido grabado con cámara oculta astral y difundido por la red para sufrir riguroso escarnio, esta vez no astral.
Me refocilaba con la idea de verme en acción, qué sé yo, quizá con algún montaje de potochó que hubiese hecho alguno de mis enemigos acérrimos, que seguro tengo, y compartir mis proezas potochofianas por el internet y más allá, cuando, tras el consiguiente clic al enlace y a otros enlaces que se abrían al darle a éste, la cosa terminó en que me pedía datos, contraseñas y el número de mi celular si quería ver,por fin, mi vídeo que sería la envidia de cualquier mister pollón que se precie.
Entonces pensé lo segundo... Si mi amiga me hubiese mandado este chat, como buena amiga que es, me habría dicho algo más que un simple emoticono: "Jo tío que pequeña (o grande) la tienes", Una simple emoción de asombro no me aclara esta cuestión, pienso, algo más me habría dicho mi amiga. Esto comienza a parecerle raro al inspector Revert... aquí hay gato encerrado, se dice con circunspección....
Como ya era hora de hacerlo, me fui a cocinar los filetes de atún con puré de patata y verduras rehogadas que iban a alimentar a mi familia en el día de hoy. Seguía pensando en el asunto.
Suena el teléfono. Llaman de la casa real... me dicen que hay un vídeo muy comprometido circulando por la red y que me presente en el palacio de la Zarzuela para aclarar el asunto, que si lo que quiero es chantajear, debería haberlo hecho antes de difundirlo... Les digo que todo es potochó, y que no sé nada del asunto, que me dejen cocinar mi atún, ¡ostias! ¡qué yo no he sido!
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